Mensajes en una Botella: Lo mejor de B.Krigstein




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Mensajes en una Botella: Lo mejor de B..Krigstein
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Bernard Krigstein llegó a los cómics hacia finales de los años 40 como tantos otros, por casualidad, impelido por las necesidades económicas y sus dificultades para abrirse camino en el mundo de la pintura y la ilustración tras haber cursado estudios artísticos. Sin embargo, pronto se dio cuenta de las posibilidades que el popular (porque en aquella época el cómic sí que era realmente popular) medio le ofrecía para desarrollar sus talentos naturales y, sobre todo, su ansia de innovación y experimentación formal a todos los niveles. A nadie se le escapa que en aquella época el cómic era un medio de entretenimiento con pocas aspiraciones artísticas, más interesado en ofrecer un rutinario rato de entretenimiento a su juvenil audiencia que en desarrollar un discurso propio o elaborar temas relevantes. Tal vez debido a su formación clásica y sus metas elevadas, Krigstein rechazó casi desde el principio esta concepción, convirtiéndolo en una rara avis dentro del panorama y en un gruñón inveterado, siempre descontento con los pobres guiones que recibía y con el tratamiento de su trabajo por parte de entintadores y coloristas. Y es que Krigstein no dibujaba para cubrir el expediente y cobrar su cheque. Krigstein, desde su posición de naufrago solitario en la isla extraña de los cómics, estaba lanzando un mensaje en una botella con cada una de sus historias, sugiriendo –y demostrando– que aún se podían hacer muchas cosas y que resultaba conveniente cuestionar todos los atajos y trucos con los que dibujantes y guionistas rellenaban páginas y páginas.
A lo largo del presente tomo se aprecia la constante búsqueda de un estilo gráfico en los primeros años, y aunque en muchos casos es evidente la influencia de autores de éxito de aquella época, también se percibe su gusto y sus apropiaciones de otros ámbitos artísticos. A diferencia buena parte de los autores del momento de más éxito, que tomaban el cine como modelo narrativo, Krigstein se refugió en la pintura, el diseño e incluso la moda. Si su puesta en página funciona de la manera en la que lo hace, se debe tanto a las argucias compositivas como a las elecciones de materiales de dibujo, variaciones en el trazo y el acabado, empleo –o ausencia– de contraste entre blanco y negro y equilibrio compositivo dentro de cada viñeta. Con el efecto estético Krigstein modulaba la respuesta emocional del lector y lograba adecuar el aspecto de sus páginas al ambiente requerido por la historia.



Guión: Bernard Krigstein
Dibujo: Bernard Krigstein
Año: 2009
Tomos: 1/1
Nº de páginas: 279

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